eldiario.es publica hoy una noticia aparecida en Cordópolis que me ha dejado mitad perpleja, mitad indignada. El titular es: «Los padres de un alumno denuncian al profesorado de un instituto por una actividad contra la violencia de género». Noticia completa

También elPeriódico se ha hecho eco de la noticia, y supongo que no serán los únicos.

En diciembre de 1999 la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y entonces también hizo un llamamiento a los gobiernos, a organizaciones internacionales y organizaciones no gubernamentales a que organizasen ese día actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública respecto del problema de la violencia contra la mujer.

En aquella Asamblea se confesaban preocupados porque la violencia contra la mujer constituía un «obstáculo para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz», y afirmaban que «la violencia contra la mujer constituye una manifestación de unas relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a que el hombre domine a la mujer y discrimine contra ella, impidiendo su adelanto pleno».

También aquel 1999 reconocían alarmados que las mujeres no disfrutaban de todos sus derechos humanos y sus libertades fundamentales y se mostraban preocupados por la persistente incapacidad para promover y proteger estos derechos y libertades. Todo ello justificó la declaración de este Día Internacional.

Recientes encuestas muestran que un porcentaje superior al 80 por ciento de adolescentes conoce o ha conocido algún acto de violencia en parejas de su edad. Reproducen conductas de intimidación, control personal y emocional, violencia física y verbal o violación de la intimidad. Esto muestra que existe una resistencia social a poner fin a esta situación. Y todos tenemos una parte de responsabilidad.

Y el trabajo realizado desde los centros educativos es fundamental, dirigido a los alumnos y alumnas que todavía pueden modificar su escala de valores y adoptar una visión crítica que les permita cuestionar muchas de las conductas hoy por hoy normalizadas.

La educación, por sí sola, no hará desaparecer las desigualdades, pero sí contribuirá a reducirlas y repercutirá en el sistema social.

Pero el trabajo ha de ser conjunto.

Este tipo de noticias no pueden sino preocuparme. ¿Qué está pasando? ¿Denuncias por hacer bien nuestro trabajo?, ¿por cumplir con nuestro deber? ¿por respetar la Ley Orgánica para la igualdad efectiva de mujeres y hombres?

Están perdiendo el norte.